LA DEFORMACIÓN DEL CHORRO |
Comenta Venturi: “los filamentos fluidos que, saliendo del orificio, rozan los dos bordes opuestos A, B, son muy cercanos entre sí; siendo convergentes, tienden a reunirse a muy poca distancia del orificio mismo. Los filamentos C, D están más separados y tal vez converjan menos; tienen, por tanto que reunirse a una distancia mayor que los anteriores. Tenemos aquí que vérnosla con dos contracciones, una más próxima y la otra más alejada del orificio. Estas dos contracciones se equilibran parcialmente, y su oposición mutua hace que el efecto GH se aleje a una distancia cinco veces mayor que la de la vena contraída de un orificio circular que tenga diámetro igual al largo de la fisura. En esta experiencia vemos la causa de un fenómeno que había sido observado, en casos particulares, por Poleni y otros, sin ofrecer su explicación: en todo orificio de figura rectilínea en pared delgada, los ángulos de la vena contraída corresponden a los lados del orificio, y recíprocamente”. En efecto, la roseta GH presenta sus cantos allí donde la fisura ACBD tiene sus lados; sus concavidades, donde aquella tiene sus esquinas.90
La explicación que da Bidone sugiere para el fenómeno se parece a la de Venturi. Supongamos, dice él, que se tienen dos chorros de igual velocidad, dirigidos según una misma recta, pero en sentido opuesto: chocan y se aplastan en un disco ubicado en un plano perpendicular a la recta misma. Supóngase ahora que los ejes de los chorros se cortan oblicuamente: también en este caso se formará una lámina, ubicada en el plano perpendicular al de los ejes y orientada según la bisectriz del ángulo que ellos forman. Ahora bien, el orificio triangular da lugar a la formación de tres chorros, provenientes de los tres ángulos, y las láminas producidas por un choque tendrán justamente las posiciones y orientaciones que muestra la fig. 49.92
Quedaba una
pregunta interesante: ¿a qué se deben las sucesivas pulsaciones del
chorro? Un profesor francés, Felix Savart, logro
contestarla. Experimentador sumamente hábil, a pesar de tener su
laboratorio en París donde los movimientos y ruidos de la ciudad crean
en el aire perturbaciones incesantes, fue capaz de aislar perfectamente
un chorro circular en caída vertical. Resultó una vena, como muestra la
figura 50 b, donde el tramo cilíndrico ab se prolonga
notablemente y luego da lugar a una expansión continua. Esto permitió
concluir que las pulsaciones se deben a excitaciones sónicas externas,
hecho que Savart comunicó en un trabajo de 1833. Pero halló algo más.
Observó que en los dos casos ilustrados en la fig. 50 siempre el tramo
ab aparece transparente y quieto, como si fuera una varilla de
vidrio; por el contrario, la parte que sigue se ve turbia y perturbada.
Intentando explicar este hecho, se le ocurrió cruzar rápidamente con el
dedo la vena en su parte inferior, y he aquí la sorpresa: a veces el
dedo no se mojaba; luego el chorro era discontinuo. Si después de haber
elevado la vista al tramo ab, uno la baja bruscamente, recorriendo la
vena con la velocidad de caída del agua, súbitamente ve a esta
descomponerse, como lo muestra la fig. 51, en una sucesión de gotas
aisladas. La aparente continuidad de la vena resulta de la retención en
la retina de la imagen de estas gotas que van cayendo: si las gotas se
suceden a intervalos de un décimo El descubrimiento de Savart le permitió también explicar la naturaleza de las pulsaciones del chorro. Se dio cuenta de que la gota, a medida que baja cambia continuamente su forma: cuando se separa del extremo de la porción cristalina, punto b, la gota se conforma por su peso en esferoide con eje mayor vertical. Pero una gota no puede conservar esa figura, debido a la tensión superficial, que tiende a darle forma esférica. El esferoide encoje pues su eje vertical y ensancha el horizontal para volverse una esfera; mas, como un péndulo que no puede detenerse en su posición de reposo, la contracción del eje vertical se excede y la gota se hace nuevamente esferoidal, pero ahora más ancha que alta. Las que vemos como contracciones son esas partes donde el eje mayor de la gota es vertical; las expansiones son aquellas donde es horizontal. Finalmente, entre cada par de gotas sucesivas aparece una gotita más menuda; y esto porque, luego de separarse una gota grande de la columna superior, por una especie de contragolpe de la vena que se retira, se forma tras ella, como un pequeño satélite, la gotita intermedia.94 Dejemos el estudio de los chorros, a reserva de volver a considerarlos más adelante, en estos hallazgos, particularmente notables si se piensa en los pobres medios de visualización de que se disponía hace siglo y medio; lo cual nos infunde una sincera admiración hacia individuos como Bidone y Savart, quienes en tales condiciones lograron observar todos los detalles que hemos descrito. Además, son de lo poco nuevo que se pudo agregar a esta materia; caso de los más singulares en la historia de la investigación científica, ya que, a pesar de disponer desde el comienzo del resultado más importante: el principio de Torricelli, se continuó durante más de un siglo con hipótesis, análisis, verificaciones, discusiones y controversias que poco pudieron perfeccionar dicha materia, aun habiéndole dedicado mucho tiempo y esfuerzos la mayoría de los hidromecánicos de la época incluyendo a los más grandes y de mayor renombre.
Imágenes obtenidas de: http://platea.pntic.mec.es/pmarti1/educacion/fisica_2_bach/biografias/electromagnetismo/savart.htm y www.flickr.com/photos/eliasgomis/
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