UNA MÁQUINA PARA MULTIPLICAR FUERZAS

El efecto señalado por Galileo {ver al final de “Paradojas Hidrostáticas”}, puede interpretarse de otro modo. Sean don columnas AGHB y CKLD (fig. 15), interconectadas por un conducto inferior. Si los pesos de las columnas, en vez de multiplicarse por las velocidades de sus desplazamientos virtuales, se dividen entre las áreas de las bases GH y KL relativas, también se encuentran iguales resultados. Ahora, este cociente, que es una fuerza por unidad de superficie, es justamente lo que nosotros llamamos “presión”; y el equilibrio implica la igualdad de las presiones ejercidas por las dos columnas sobre el líquido a nivel GL.

Blaise Pascal era un inventor. En 1642, a los diecinueve años de edad, decidió ayudar a su padre, Etienne, comisario delegado por el rey en Normandía para la recolección y repartición de impuestos, obligando a dedicarse todo el día a hacer sumas y restas, multiplicaciones y divisiones, localizar errores en las cuentas y volverlas a repetir. Padre e hijo aborrecían semejante ocupación; así que a éste se le ocurrió construir, con base a “los conocimientos de la geometría, la física y la mecánica” que como niño prodigio antes y luego como adolescente genial había adquirido, una máquina calculadora, la “Pascaline”, que permitía realizar con seguridad infalible, y sin pluma ni fichas, todo tipo de operaciones aritméticas.

Blaise no había nacido con simpatía por el agua. Dos eran las cosas que no podía soportar a la edad de un año: ver agua y descubrir a su padre y a su madre uno cerca de la otra. En ambos casos el bebé empezaba a menearse y chillar desesperadamente, y no había modo de apaciguarlo. Se enfermó y durante más de un año su padecimiento fue agravándose, hasta llegar el momento en que todos creían a punto de morir. Una hechicera, a la cual la joven mamá, a pesar de las advertencias de sus amigas, había seguido regalando, como a muchas otras mujeres pobres, una suma mensual, le preparó una cataplasma con nueve hojas, tres de cada uno de tres tipos hierbas, recogidas por una niña de siete años. El papá hizo colocar la cataplasma sobre el vientre de Blaise y salió para cumplir con sus funciones oficiales. Al regresar a medio día, halla a la mamá llorando: el pequeño parece muerto; sin pulso ni voz ni sentidos, se va poniendo cada vez más frío. Sale el padre, se encuentra con la hechicera y le da una bofetada que le hace volar del escalón. La buena mujer se levanta y le pide disculpas: había olvidado avisarle que el pequeño parecería muerto hasta medio noche y luego se pondría bien. Y he aquí a los padres sentados al lado de la cuna, oyendo sonar el reloj de la torre: las dos, las tres, las cuatro… las horas se hacen eternas; el tiempo pasa y el niño no da señas de vida. Aparece la nodriza y él, siempre sin abrir los ojos, mama hasta las seis de la mañana; entonces los abre y chilla: papá y mamá están sentados juntos. Pasan los días; a la semana , cuando el padre regresa solo de la misa, porque la madre ha quedado cuidando al pequeño, lo encuentra en los brazos maternos, con un vaso en cada mano, divirtiéndose  en traspasar agua del uno al otro 34.

Es así como el niño y el agua se hacen amigos. Blaise empieza a observarla y realiza experimentos; un día lleva a cabo el de la fig. 15. En lo que otros habían visto simplemente una manifestación de equilibrio, él descubre un sistema para multiplicar fuerzas: “si un recipiente lleno de agua y cerrado por todas partes tiene dos aberturas, una céntupla de la otra, colocando en cada una un pistón que se ajuste (P y Q, en la figura), un hombre, empujando el pisotoncito pequeño, igualará la fuerza de cien hombres que empujen aquel que es cien veces más grande… De donde parece que un recipiente lleno de agua es … una nueva máquina para multiplicar las fuerzas tonto como se quiera, porque un hombre por este medio podrá levantar cualquier carga que se ofrezca”. Esto hallamos escrito en Traité de l’équilibre des liqueurs (Tratado acerca del equilibrio de los líquidos) publicado en 1663, un año después de haber muerto Pascal a la edad de 39. Y más adelante dice: “Es claro que, cuando el pistón se ha desplazado una pulgada, el agua impulsada por él, al empujar el otro pistón, hallando una abertura cine veces mayor, no ocupará sino la centésima parte de la altura: de modo que los desplazamientos están entre sí como las fuerzas. Lo que puede tomarse como la verdadera causa de este efecto; por ser evidente que es lo mismo hacer que cien libras de agua recorran el camino de una pulgada que hacer que una libra recorra cien pulgadas” 34. He aquí pues una nueva interpretación del fenómeno: ya no igualdad de cantidades de movimiento, ni de presiones, sino de trabajo. La aportación del genio es frecuentemente descubrir algo nuevo y diferente en aquello que los demás ven durante toda su vida solo de cierta manera: la que les fue enseñada por sus maestros y que aceptan por inercia.

Cuadro de texto: Blaise Pascal y la Pascalina
 

Imágenes obtenidas de Wikipedia http://es.wikipedia.org/wiki/Blaise_Pascal

 

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